Uno de los momentos más hermosos del cine de Federico Fellini está en la secuencia final de la película «Las noches de Cabiria». Uno de los momentos más emotivos y memorables del cine italiano.
En ella, vemos a la protagonista, Cabiria, una bellísima y siempre adorable Giulietta Masina, una prostituta ingenua y soñadora, que acaba de ser traicionada y abandonada por el hombre al que amaba.
Cabiria se encuentra sola y desesperada en un bosque oscuro, rodeada de desconocidos que se burlan de ella. Sin embargo, en medio de su dolor, algo inesperado ocurre: un grupo de jóvenes músicos y bailarines aparece por el camino, cantando y riendo. Suena una melodía de Nino Rota que es capaz de aunar tristeza y alegría al mismo tiempo.
Los jóvenes se acercan a Cabiria y la invitan a unirse a su fiesta. Ella, al principio, se resiste y los rechaza. Pero entonces se produce una suerte de epifanía y cambia su semblante, en una aceptación de lo que parece que ha de ser siempre su destino.
Al final, Cabiria, con lágrimas en los ojos, esboza una sonrisa, y en uno de los planos más hermosos del cine, mira a la cámara y asiente. Parece decir: «Lo voy a seguir intentando. Voy a seguir luchando por ser feliz».
Esta escena de «Las noches de Cabiria» es un ejemplo magistral de cómo el director Federico Fellini logra transmitir un mensaje de esperanza y humanidad, a pesar de la dureza y la crueldad de la realidad.
Cabiria representa a las personas marginadas y olvidadas por la sociedad, que sufren la explotación y el engaño, pero que no pierden su capacidad de soñar y de amar.
La música y el baile simbolizan la vida, la alegría y la solidaridad, que pueden surgir en los momentos más difíciles y oscuros.
La sonrisa final de Cabiria y ese plano brillantísimo en la que mira a la cámara y asiente es una expresión de su fortaleza interior, de su resistencia ante el sufrimiento, de su fe en el futuro. Es una sonrisa que nos conmueve y nos inspira, que nos hace creer que, a pesar de todo, siempre hay una luz al final del túnel.
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